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Las herramientas digitales aportarán mucho a la salud mental, pero no son el remedio

La COVID-19 está pasando factura a la salud mental en todo el mundo debido a la actuales crisis sanitaria y económica global, que está causando enormes pérdidas, cambios, incertidumbre e inestabilidad en los servicios esenciales. En consecuencia, el estrés, la ansiedad y la depresión han aumentado durante los primeros meses de pandemia y el confinamiento: dos tercios de las empresas que ofrecen programas de asistencia a los empleados vieron incrementado su uso.

Con la aparición de nuevas necesidades, presupuestos más ajustados y escasez de médicos, no es de extrañar que las empresas y las aseguradoras estén buscando soluciones asequibles a gran escala: dos quintas partes de las aseguradoras de salud globales están considerando la posibilidad de añadir servicios de asesoramiento por videoconferencia, puesto que los empleados necesitan cada vez más ese apoyo para mantener su bienestar y productividad.

La promesa de las herramientas digitales: Complementar los servicios tradicionales

Un informe reciente de Marsh & McLennan Companies analiza cómo las herramientas digitales pueden ayudar a que las empresas apoyen más a sus trabajadores en las fases clave de la salud mental: prevención, detección, tratamiento y recuperación. Existen aplicaciones como Calm and Headspace, que proporcionan información de autoayuda para aumentar la conciencia y reducir los factores de riesgo; y plataformas como Ginger, SilverCloud, Unmind y Togetherall, que conectan a los usuarios virtualmente con profesionales para recibir asesoramiento y tratamiento o con compañeros para obtener apoyo y establecer relaciones sociales.

Las herramientas digitales ayudan a reducir las barreras de acceso a los servicios de salud mental, como la estigmatización, la falta de concienciación, los tiempos de espera, los costes... Ofrecen además acceso anónimo en cualquier momento y lugar y pueden ayudar a un gran número de trabajadores a la vez.  Por otro lado, los pacientes que reciben terapia virtual mientras esperan las sesiones en persona obtienen mejores resultados que los pacientes que esperan sin apoyo digital.

Para empresas y aseguradoras, las herramientas digitales pueden ayudar a identificar necesidades mediante la recopilación de datos. Por ejemplo, mediante los cuestionarios de cada aplicación o incluso a través de encuestas creadas por la propia compañía.

Las trampas: Limitaciones y riesgos

Sin embargo, estas herramientas digitales no son el remedio, y se deben mitigar las principales limitaciones, riesgos y preocupaciones, entre ellas la fragmentación de la oferta, la dudosa eficacia, la privacidad y la seguridad de los datos, y la exclusión de grupos vulnerables. Muchas herramientas carecen de pruebas concluyentes de eficacia y las normas de calidad son inexistentes o no son obligatorias.

La equidad en materia de salud mental es otro desafío. En muchos países estos servicios están excluidos de las prestaciones de salud de los empleados, por lo que suelen ser gastos individuales. Esto hace que sean inaccesibles para los trabajadores que más lo necesitan, como las mujeres, los trabajadores con ingresos bajos y las minorías.

Aprovechar el potencial de las herramientas digitales

Para ofrecer las herramientas digitales de manera eficaz, las empresas tienen que colaborar con los proveedores en la creación de un conjunto de herramientas y servicios basados en pruebas, atractivos y seguros que satisfagan las necesidades de sus trabajadores y, por otro lado, orientarles hacia los servicios adecuados en el momento oportuno.

La comunicación de estos servicios es vital para que los empleados conozcan estas oportunidades, así como asegurar que todos pueden acceder a los mismos. Es también fundamental crear confianza a través de la transparencia y las precauciones para evitar el uso indebido de los datos, así como poner el énfasis en el anonimato y la confidencialidad.

Ni siquiera las mejores herramientas digitales bastan para asegurar la salud mental de los trabajadores, por lo que hay que tener en cuenta también la creación de lugares de trabajo y sociedades más saludables. En toda crisis hay una oportunidad, en este caso, la COVID-19 ofrece a las empresas la posibilidad de identificar y mitigar los factores de riesgo en el lugar de trabajo y, a nivel general, de apoyar y proteger el bienestar de los empleados.  

Los empleadores que hagan bien esto fomentarán la confianza y el compromiso de sus empleados, aumentarán su productividad y reducirán los costes de la atención en salud.

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