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A pesar de que las restricciones por el COVID-19 se reducen, la vigilancia sigue fundamental

Tras meses de confinamiento que han afectado significativamente a la economía mundial, muchos países comienzan a reducir poco a poco las restricciones. Las personas, por su parte, agotadas y ansiosas después de un largo período de aislamiento, están experimentando la llamada “nueva normalidad”, que incluye el regreso a los lugares de trabajo.

Pero a pesar del deseo generalizado de poner fin al COVID-19, el riesgo está lejos de desaparecer. Regiones como Estados Unidos o América Latina siguen registrando decenas de miles de nuevos casos diarios de coronavirus, que ha infectado a nivel mundial a más de 10 millones de personas y más de medio millón han fallecido.

Para las empresas, como empleadores, el mensaje es claro: no hay que dejarse llevar por una falsa sensación de seguridad y complacencia durante este período de adaptación. Es momento de revisar y renovar los planes para mantener el negocio operativo y a los trabajadores y clientes seguros.

Las personas siguen siendo la prioridad

Actualmente, el distanciamiento social sigue siendo la forma más efectiva de reducir la propagación del virus. Por este motivo, las empresas deberían considerar mantener el teletrabajo si genera productividad.

En cuanto a la reapertura de oficinas, se deben tomar medidas para garantizar que estos espacios de trabajo sean lo más seguros posible. Esto incluye intensificar las prácticas de limpieza e higiene y garantizar que los empleados, así como los clientes o visitantes respeten las medidas de seguridad, como mantener distancias, lavarse las manos con frecuencia y usar mascarilla. En esta nueva normalidad es esencial monitorizar continuamente las medidas clave, como el cumplimiento de los horarios de limpieza y las estructuras transparentes para reevaluar las acciones cuando los datos apunten a malos resultados.

Asimismo, hay que tener en cuenta la información externa. Los empleadores deben conocer las tasas de infección dentro de sus comunidades y estar preparados para tomar medidas rápidas de acuerdo con las directivas gubernamentales, las cuales pueden incluir el cierre de lugares de trabajo.

Mantener una comunicación efectiva

Si bien los planes deben revisarse regularmente, los empleadores deben asegurarse de que se siguen las pautas establecidas y se comunican de manera efectiva a los empleados y clientes. A medida que los empleados regresen a sus lugares de trabajo, hay que reforzar las normas y aunque no se puede controlar lo que hacen los empleados fuera del lugar de trabajo, es apropiado subrayar la importancia de seguir las recomendaciones de los centros para el control y la prevención de enfermedades para protegerse a sí mismos y a los demás.

Las empresas también deben tener en cuenta que un único enfoque de reincorporación al espacio de trabajo podría no ser apropiado. Aunque deben evitarse comportamientos discriminatorios, es aconsejable ser flexibles y receptivos a las inquietudes individuales de cada empleado por su propia seguridad o la de sus seres queridos, especialmente cuando se trate de cuestiones de salud. Esto requiere establecer una cultura que promueva la comunicación bidireccional y aliente a los empleados a transmitir sus preocupaciones. Es primordial que los líderes empaticen y se aseguren de que los empleados sepan que su salud y seguridad siguen siendo la prioridad.

El levantamiento de las restricciones en las últimas semanas en varios países viene acompañado de una sensación de optimismo de que lo peor ya ha pasado. Pero las empresas no deben bajar la guardia sino duplicar esfuerzos para mantener la seguridad del negocio y las personas limitando el riesgo de contagio en el lugar de trabajo.