Los deportes y los eventos deportivos más importantes tienen un gran valor en varios niveles, ya que reúnen a las personas de una forma diferente a cualquier otra experiencia compartida. Dicha importancia conlleva ingresos masivos y un valor potencial de mercado, como lo demuestran los miles de millones de dólares que la mayoría de las ligas profesionales más grandes producen cada año.
Gran parte de esos ingresos se vieron amenazados en 2020 cuando la pandemia de COVID-19 cerró las ligas y vació estadios. Cuando los eventos deportivos finalmente regresaron, los estadios fueron relativamente silenciosos, ya que los jugadores se enfrentaban delante de un público de cartón y escuchando una grabación del ruido de los aficionados. Las gradas casi vacías no sólo les despojaron de la energía de las multitudes, sino también de los ingresos de las ventas de billetes.
Competir durante una pandemia mundial también requirió pruebas de salud adicionales, normas de distanciamiento social, protocolos de rastreo de contratos y otras medidas. Estos mayores costes a veces obligaron a los atletas a no asistir a las competiciones y provocaron que varios eventos se cancelaran o pospusieran. La mayoría de las estimaciones cifran las pérdidas mundiales entre las asociaciones deportivas en 2020 en entre 50,000 y 65,000 millones de dólares.
Aunque estas pérdidas extremas se debieron a un escenario peor que el peor de los casos, la pandemia puso de relieve el nivel de riesgo al que se enfrentan cada día quienes se encuentran en todas las facetas del sector deportivo.
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