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Autora: Lourdes Rascon ,
Líder Nacional de Auto, Marsh México
02/17/2025
En los años que tengo de experiencia como consultora en gestión de riesgos especializado en la industria automotriz de México, he sido testigo de la notable evolución de nuestro sector hacia una potencia global. Hoy, quiero compartir mi perspectiva sobre un tema crítico que podría reconfigurar nuestra industria: la posible implementación de un arancel del 25% de Estados Unidos sobre las exportaciones automotrices mexicanas.
Pongamos esto en contexto. México no es solo otro jugador en el mundo automotriz; somos el séptimo productor de vehículos a nivel mundial, fabricando 4.2 millones de unidades anualmente. Nuestra industria emplea a un millón de personas y contribuye con el 4.7% a nuestro PIB nacional. Si consideramos que el 87% de nuestra producción se dirige al norte, hacia EE. UU., comenzamos a entender por qué estos aranceles potenciales han capturado la atención de todos.
Desde mi experiencia trabajando con fabricantes en la región del Bajío, el corazón automotriz de México, he observado que la fortaleza de la industria radica en su profunda integración con los mercados de EE. UU. y Canadá bajo el T-MEC. Tomemos a Guanajuato, por ejemplo. Este único estado alberga gigantes como General Motors, Volkswagen y Mazda, junto con 400 proveedores, generando el 50% de su PIB manufacturero. Esta historia de éxito podría enfrentar desafíos significativos bajo nuevos escenarios arancelarios.
Pero no se trata solo del impacto obvio en los costos de producción. Los efectos en cadena podrían ser mucho más complejos de lo que muchos se dan cuenta. Permítanme desglosar esto desde una perspectiva de gestión de riesgos:
Primero, consideremos la dinámica de la cadena de suministro. Un arancel del 25% no solo afectaría a los vehículos terminados. La industria automotriz se basa en redes intrincadas de proveedores que cruzan fronteras múltiples veces durante la producción. Cada cruce podría incurrir potencialmente en aranceles, creando un efecto en cascada en los costos que muchos no han calculado completamente.
Luego está el ángulo del consumidor. Tomemos el Chevrolet Equinox, fabricado en gran parte en México. Un arancel del 25% podría aumentar su precio en más de USD$6,000. Esto no se trata solo de números; se trata de dinámicas de mercado y comportamiento del consumidor que podrían reconfigurar los patrones de demanda de la noche a la mañana.
Sin embargo, como profesional en gestión de riesgos, siempre busco factores mitigantes. La actual depreciación del peso frente al dólar podría actuar como un amortiguador natural, compensando parcialmente el impacto del arancel. Aquí es donde la gestión estratégica de riesgos se vuelve crucial.
Lo que es particularmente interesante es el ángulo de la innovación. México se está posicionando en la transición hacia vehículos eléctricos (VE), pero los aranceles podrían complicar el acceso a componentes esenciales como baterías y electrónica. Esto presenta tanto un desafío como una oportunidad para que las empresas reconsideren sus estrategias de cadena de suministro.
Desde mi trabajo en Marsh, he visto cómo las empresas pueden navegar con éxito tales desafíos. Por ejemplo, recientemente ayudamos a un importante fabricante de baterías para VE a asegurar una cobertura integral de seguro de retiro sin aumentar los costos. Este tipo de gestión estratégica de riesgos se vuelve aún más crítica en tiempos de incertidumbre.
Mirando hacia adelante, creo que la industria necesita centrarse en tres áreas clave:
Los aranceles potenciales representan más que un simple problema comercial; son un catalizador para repensar cómo operamos en el ecosistema automotriz de Norteamérica. Si bien el enfoque inmediato a menudo está en los desafíos, veo esto como una oportunidad para que las empresas fortalezcan sus estrategias de gestión de riesgos y emerjan más resilientes.
La industria automotriz siempre ha sido dinámica, pero los desafíos de hoy requieren un nuevo pensamiento. A medida que navegamos por estas aguas, las empresas que tengan éxito serán aquellas que adopten un enfoque integral hacia la gestión de riesgos, combinando soluciones de seguros tradicionales con una planificación estratégica innovadora.
Recordemos, en tiempos de incertidumbre, el objetivo no es solo sobrevivir, sino posicionarnos para el éxito futuro. La industria automotriz mexicana ha demostrado una notable resiliencia antes, y estoy seguro de que, con las estrategias adecuadas de gestión de riesgos, podemos navegar estos desafíos con éxito.