Autora Amy Barnes ,
Head of Climate & Sustainability Strategy
11/09/2022
Ninguna organización quedará al margen del cambio climático, ni de la transformación de la economía mundial que éste exige.
Los gestores de riesgos deben hacerse dos preguntas clave: ¿qué impacto tiene mi organización en el clima? Y, por otro lado, ¿qué impacto tiene el clima en mi organización, tanto ahora como a futuro?
Mantener el calentamiento global dentro de los 1.5 °C acordados en el Acuerdo de París significa reducir casi a la mitad las emisiones de CO2 para 2030, lo que resalta la necesidad de cada organización de entender cómo desempeñar su papel, en este escenario. Mientras reducen sus emisiones, las empresas deberán también reforzar su capacidad de resiliencia ante las catástrofes naturales más extremas y costosas. Tan solo en 2021, diez de los eventos más destructivos del mundo alcanzaron los $170,000 millones en daños.
El Navegador de Acción Climática de Oliver Wyman encontró que las empresas en múltiples sectores clave, están obligadas a tomar varias medidas aun para reducir sus emisiones en2030. Esto coincide con un estudio reciente de Deloitte, que reveló que, aunque 97% de los directores ejecutivos saben que el cambio climático ya afectó a sus empresas de manera negativa, sólo 19% ha puesto en marcha acciones para generar cambios drásticos en su sostenibilidad.
Mientras tanto, los riesgos de la inacción aumentan. Los directivos también tendrán que calcular la exposición que su organización tiene frente a la responsabilidad climática. Una serie de demandas contra empresas de combustibles fósiles por generar el cambio climático, señala un creciente deseo de obligar a las empresas a rendir cuentas.
Para dar el impulso que se necesita con tanta urgencia, aquí tenemos tres (3) formas de que las empresas ayuden a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, para disminuir su exposición al riesgo, mientras obtienen una ventaja competitiva.
El riesgo de que se generen fenómenos meteorológicos extremos destructivos, como huracanes, inundaciones y olas de calor, va en aumento.
Además de provocar un nivel de miseria humana terrible, estos eventos interrumpen las cadenas de suministro a nivel mundial: las inundaciones de 2011 en Tailandia devastaron grandes polígonos industriales, lo que generó una escasez mundial de discos duros. En 2022, la ola de calor en Europa secó el río Rin hasta tal punto que sólo 50% del transporte habitual pudo pasar por esta arteria vital, afectando desde productos químicos hasta partes para automóviles, según un informe de prensa.
A pesar de la imprevisibilidad de los riesgos físicos, las empresas pueden adaptarse con estrategias de anticipación que identifiquen los riesgos relevantes y establezcan medidas de mitigación. Podrían por ejemplo, hacer uso de técnicas de modelado para conocer su vulnerabilidad ante la evolución de los patrones meteorológicos y crear un conjunto de herramientas de gestión de riesgos a la medida.
Adaptarse a los riesgos climáticos físicos, es una oportunidad para implementar prácticas sostenibles, como la desconcentración de las cadenas de suministro. Por ejemplo, las empresas vulnerables a interrupciones del suministro eléctrico, podrían invertir en paneles solares en el techo y otras formas de generación de energía distribuida con bajas emisiones de carbono.
Cada vez más las empresas están examinando las emisiones de gases de efecto invernadero en sus cadenas de suministro. En 2017, Apple estableció criterios de sostenibilidad nuevos y más estrictos para sus proveedores. Ese mismo año, Walmart anunció planes de reducir mil millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero, de su cadena de suministro para 2030.
Existe un gran potencial de descarbonización en las cadenas de suministro. El Navegador de Acción Climática de Oliver Wyman, muestra que la producción de materiales representa por sí sola, 25% del uso mundial de energía. Cambiar a un uso más sostenible de los materiales, tiene un potencial de reducción de emisiones de hasta 1.6 giga toneladas de dióxido de carbono anuales para 2030. Esto podría incluir la adopción materiales reciclados, así como la búsqueda de eficiencias en los materiales, apoyando la resiliencia climática de una sociedad, particularmente cuando el acceso a las materias primas como el gas helio y el litio se vuelve menos seguro.
Las empresas también pueden reducir las emisiones de la cadena de suministro cambiando a opciones de transporte de bajas o nulas emisiones: 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero son derivadas del transporte y más de la mitad proviene de camiones, trenes, aviones y barcos.
Las empresas deben estar un paso adelante de las normas regulatorias, de las preocupaciones de los inversionistas y de las actitudes de los consumidores. Esto evitará que se queden atrapadas, en un mundo donde la sostenibilidad ocupa un lugar central e importante.
Esta es la razón por la que las empresas más resilientes al cambio climático, no solo se preparan de manera defensiva para los impactos del cambio climático. Estas empresas, construyen estrategias ofensivas que toman en cuenta el riesgo y aprovechan las oportunidades.
Según el informe “¿Qué tan resiliente es su empresa al clima? Cómo responder a un imperativo comercial en alza” publicado en 2017: “El cambio hacia la descarbonización impulsará drásticos cambios estructurales en toda la economía. Las empresas que se adapten dinámicamente a estos cambios tendrán ventajas competitivas poderosas”.
Esto significa algo diferente para cada empresa, pero requiere que sus líderes superen el pensamiento a corto plazo e inviertan en tecnologías, operaciones y activos sostenibles que tengan un futuro claro en la economía de bajas emisiones de carbono: desde la producción de hidrógeno hasta la captura de carbono.
Uno de los mayores cambios individuales que puede hacer una empresa para reducir sus emisiones es cambiar al uso de energías renovables y a otras fuentes de energía bajas en carbono. El incremento de la energía baja en carbono representa alrededor del 30% de la “brecha de emisiones” y tiene el potencial de reducir el equivalente a casi 10 giga toneladas de dióxido de carbono al año, para 2030. El cambio a un proveedor de energía renovable, hará que la empresa sea menos vulnerable a la volatilidad de los precios del petróleo y el gas, al mismo tiempo que generará credibilidad ecológica entre los inversionistas y los clientes.
La lucha contra la crisis climática no es un juego de suma cero. Si las empresas toman decisiones inteligentes para crear resiliencia, pueden prosperar a largo plazo y desempeñar una función positiva en uno de los mayores retos de nuestro tiempo.
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